"El hombre puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar... no puede cambiar su pasión"


29 de julio de 2010

ESTAMOS TODOS


Habían pasado casi dos horas. El Sol empezaba a esconderse y el frío volvía a amenazar como todos los días. El grueso del público ya había emprendido la retirada. Pero sin embargo, allí estaban ellos. Otra vez los de celeste y blanco desafiando a la lógica, al clima y a la rigidez organizativa. Nuevamente todos unidos en un grito. Es difícil explicarlo sin caer en lugares comunes y sin sonar reiterativo. Resultó imposible hacerle entender a 20 policías sudafricanos que aquel grupo de gente quería que la fiesta continuase. Grupos de amigos, familiares, mujeres, hombres de edad, argentinos de todas partes del mundo, todos cantando a más no poder y abrazándose unos a otros. Acá todo se potencia. Acá uno es más argentino de lo que normalmente demuestra. Acá uno grita y sufre por todos, por todos aquellos que hacen fuerza desde los sillones y que piensan que de una vez por todas se puede dar. Acá uno se contagia. De los esfuerzos de unos, de los anhelos de otros y de esas ganas locas que se evidencian en cada canción y en las gargantas devastadas de tanta algarabía. Acá uno siente culpa si no deja todo, si no aporta su granito de arena. Tambores, bombos, banderas y un ritual difícil de entender para los que no lo sienten. Seguramente la muestra más genuina y sincera de una pasión con la que convivo desde pequeño. Ya lo dije: es difícil no pecar de exagerado, aunque haber estado saltando por dos horas con miles de argentinos, en un Soccer City Stadium casi vacío, me hizo entender que no soy el único loco en este cuento de ensueño. Que muchos comparten esto que me trajo nuevamente aquí, con la mochila llena de ilusión y el pecho inflado con nuestros colores.
Desde adentro el alivio llegó muy rápido. Bastaron unos minutos para dejar en claro que el camino al objetivo común debe transitarse de esta manera. Con pasión, entrega y fútbol. Cuando las cosas no salen hay que recurrir a ese plus que siempre se necesita. Y mientras los 11 elegidos entendían eso, los toques distintivos de algunos de ellos empezaron a aparecer. Otra actuación modesta que sirve para ganar en confianza pero de ningún modo para confiarse. Porque el fútbol es tan lindo como traicionero; en segundos uno puede pasar del cielo al infierno. Creo que la cautela debe ser primordial, aunque no agradecer lo hecho por Higuían, Messi y compañia en el Soccer City, sería simplemente una herejía. Nos hicieron muy felices, al menos por esos 90 minutos. Hay una apreciación de aquel grupo apasionado de argentinos que no debe pasarse por alto: el mejor del mundo esta vez juega para nosotros. Digan lo que digan, sea cual sea el resultado final, el as de espadas se viste de celeste y blanco y usa la camiseta 10. La resistencia coreana fue testigo de ello y casi que no pudo combatir el repertorio de este genio que seguramente no frotó su lámpara en su máximo esplendor (pero seguramente lo hará en los momentos claves de este largo camino).
Otro episodio de este sueño, otros tantos gritos y una analogía con aquello sucedido hace cuatro años. Nuevamente un día memorable. Ojalá el final esta vez sea de otra manera, como todos deseamos. Porque lo merecemos. Los que gritan en suelo africano y los que desde el otro lado del océano cambiaron el eje de sus vidas por un mes irrepetible. Esta es nuestra forma de decir presente, la que tenemos más a mano. Aquella en la que no nos sentimos menos que nadie y a pesar que no palie todo el resto de las cosas que nos pasan día a día, nos brota desde lo más profundo. Johanesburgo nuevamente fue testigo de otra muestra de fidelidad eterna a estos colores. Porque acá, no están solamente los jóvenes de las banderas, los hombres adultos que se conocen desde la primaria, el grupo de argentinos llegados vía Europa o las parejas amigas que comparten este sentimiento; acá en Sudáfrica por este mes, ESTAMOS TODOS.

desde Polokwane

20.06.10

No hay comentarios:

Publicar un comentario